por qué es lo que es y consiguió lo que consiguió para llegar al podio de los deportistas históricos

Desde hace un año y medio aproximadamente que el foco en Rafael Nadal está puesto en la lesión crónica que tiene en su pie izquierdo, en todo lo que hace para que no le duela y, también, en todo lo que consiguió desde ese momento. El mundo del deporte habla de sus hazañas en una cancha y las comparaciones -no siempre son odiosas- aparecen, por ejemplo, con otros grandes atletas de todos los tiempos como Usain Bolt y sus ocho oros olímpicos más sus tres records mundiales; Michael Phelps y sus 28 medallas en Juegos Olímpicos; Simone Biles y sus 32 podios olímpicos y mundiales; Tiger Woods y sus 683 semanas como número 1 del mundo o Lewis Hamilton y sus siete títulos mundiales y 103 Grandes Premios ganados en la Fórmula 1 (la lista podría extenderse a gusto del consumidor, claro).

El punto para el análisis es por qué Nadal es lo que es o consiguió lo que consiguió sobre polvo de ladrillo, la superficie en la que por lejos se convirtió en el mejor de todos los tiempos y no sólo por sus 14 coronas de Roland Garros -donde perdió apenas tres de los 112 partidos que jugó- sino porque lleva 63 títulos de su total de 92 en esa pista y porque allí tiene un record de efectividad superior al 91 por ciento. Es decir: los números avalan con una plena contundencia aquella afirmación.

Pero el caso aquí es decir que Nadal es el tenista que mejor defiende en canchas lentas o, mejor, el que tiene un superior equilibrio entre la defensa y el ataque. Su defensa de revés sólo puede compararse con el de Djokovic y su defensa con el drive, alta y profunda, le permite pasar a una posición ofensiva de inmediato después de ejecutar ese golpe. Es inigualable en ese aspecto del juego.

Más. Lo bien que ejecuta Nadal desde las posiciones más incómodas y lo bien que le pega a la pelota corriendo para neutralizar la iniciativa del adversario no se vio nunca en la historia de este deporte.

Está claro que esas defensas altas y con mucho efecto no tienen el mismo rendimiento en una cancha dura o en el césped pero aún así Nadal ganó dos veces Australia, cuatro Flushing Meadows y en dos oportunidades festejó en Wimbledon.

¿Pero es sólo la defensa lo que hace del mallorquín el mejor de todos los tiempos en polvo de ladrillo y el jugador que, según aventuró su compatriota y ex top ten Nicolás Almagro en pleno partido de los cuartos de final de Roland Garros 2008, ganaría en París “40 años seguidos y va a tener 65 años y va a seguir ganando”?

¡Claro que no! Nadal llegó a lo más alto porque supo reinventarse con el correr del tiempo. Si se repasa aquella final contra Mariano Puerta de 2005 y se la compara con las que disputó contra Djokovic y Federer o contra el mismo Casper Ruud el domingo, se verá a un tenista distinto. Este Nadal es más rápido, va más al ataque con el drive invertido y cruzado y mejoró su revés con slice y la volea.

Pero lo que no mejoró porque lo trae en su ADNy siempre fue una característica en su juego es la garra y su espíritu competitivo. Para Nadal es lo mismo un 5-0 y 40-0 arriba que un 5-0 y 40-0 abajo. Siempre peleará el punto y eso es gracias a una mentalidad muy fuerte con la que sabe aprovechar los momentos importantes. Y aun más:Nadal convierte los momentos no importantes en importantes. Y ahí también marca la diferencia con el resto.

Hace poco le pidieron a Tony Pena, uno de los hombres que más sabe de tenis en Argentina, que armara su jugador ideal. Puso en la lista los golpes de muchos grandes de la historia y no se fue de esa lógica que puede pensar la mayoría. Pero hizo una aclaración: “Al tenista ideal se le puede jugar, pero Rafael Nadal, en polvo de ladrillo, sería el más difícil de enfrentar”.