DETRÁS DE LA BROMA, UN TEMA ECONÓMICO IRRESUELTO
Más allá del sarcasmo original, está reflexión dejo en evidencia un problema endémico de la Argentina como es la necesidad de importar gran parte de lo relacionado a empaques y envoltorios que lleven poliuretano, polipropileno, o algún otro polímero derivado del petróleo.
El rubro plástico afronta históricamente complicaciones en las materias primas no fabricadas en la Argentina como el nylon, el policarbonato, el tereftalato de polibutileno (PBT), el poliestireno (PS) y el poliestireno expandido (tergopol). En estos dos últimos casos existe fabricación local, pero sin posibilidad de cubrir el mercado.
Esas materias primas vienen todas por importación marítima. Por la alta demanda de insumos de Estados Unidos, Europa y Asia no se consiguen tanto para Latinoamérica.
Desde el comienzo de la pandemia en 2020, el aumento de precios fue del 30% aproximado en materia prima, y luego llegó la guerra entre Rusia y Ucrania para complicar todo un poco más.
A esto se suma que ante la falta de material plástico virgen también faltan materiales recuperados, como el polipropileno recuperado, lo que empuja a un aumento en el valor ante la escasez.
Las peras argentinas viralizadas, entonces, también conllevan una razón poco conocida que perjudica a la economía nacional, requiriendo importaciones o largos viajes (como en este caso hasta Tailandia), para convertirse en productos de mayor valor agregado que deberían poder completarse en un proceso íntegramente desarrollado en Argentina.
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