San Lorenzo no tiene paz. Tras el triunfo contra Unión en Santa Fe, el equipo dirigido por Fernando Berón volvió a jugar frente a su gente con el objetivo de seguir en levantada frente a Patronato. Pero el piso para Boedo todavía no apareció.
La calma duró un suspiro. El gol del equipo rival en el primer tiempo provocó el enojo generalizado. Hubo insultos contra la Comisión Directiva, puntualmente contra Matías Lammens, vicepresidente del club y ministro de Turismo de la Nación y contra Marcelo Tinelli, presidente electo que hace un año está de licencia.
En el entretiempo la furia volvió a florecer. Casi un centenar de hinchas se agolparon en la puerta del palco Presidencial, ubicado en el corazón de la Platea Norte: pedían elecciones y «que se vayan todos». Los acusan de «mandar al descenso» al club.
Tras los insultos, el acceso al lugar que ocupan las autoridades del club fue fuertemente vallado y con presencia policial. No está confirmado que Lammens estuviera en ese lugar.
Los socios de San Lorenzo cuestionan que tanto Tinelli como Lammens utilizaron al club como trampolín político y abandonaron todo tipo relación con la institución. El conductor de televisión de licencia desde hace un año y con aspiraciones en la AFA que luego no prosperó. El otro como actual ministro de Deportes y Turismo.
También los jugadores fueron el foco del enojo. «Basta de fracasados, jugadores mediocres, San Lorenzo es un grande, queremos ser campeones”, fue uno de los gritos contra el plantel.
«Jugadores, la c… de su madre, a ver si ponen huevos, que no juegan con nadie», siguió en distintos tramos del partido. «La comisión/la comisión/se va a la p… que lo parió», sonó también con fuerza.
El segundo gol del equipo entrerriano enardeció a los socios del conjunto azulgrana. Lluvia de silbidos y un mar de insultos que bajaron desde los cuatros sectores de un Nuevo Gasómetro que mostró, ya en la previa, banderas al revés. Un símbolo del malestar.
El gol de San Lorenzo no sirvió como aliciente. El descuento en el marcador final solo fue decorativo. Con el pitazo final del árbitro, los hinchas volvieron a reflejar su angustia. Esta vez sin disturbios contra la policía, cómo sí habían ocurrido la semana pasada.
«Dirigentes la c… de su madre, a ver si se dan cuenta que no los quiere nadie», bramó la gente, harta de desiluciones y preocupada por el futuro inmediato.
El club de Boedo todavía no ganó de local en lo que va del campeonato y está seriamente comprometido con el descenso en la próxima temporada.
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